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COMPARACIÓN
ENTRE
| a1: ¿Es la ley nueva distinta de la antigua? | a2: ¿Es cumplimiento de la antigua? |
| a3: ¿Está contenida en la antigua? | a4: ¿Es más gravoso que la antigua? |
107 ART 1: ¿Es la nueva ley distinta de la antigua?
Objeciones por las que parece que la ley nueva no sea distinta de la antigua.
1. Una y otra se dan a los que tienen fe, pues sin fe es imposible agradar a Dios, según se dice en Heb 11,6; pero una misma es la fe de los antiguos y la fe de los modernos, según dice la Glosa sobre Mt 21,9; luego una es también la ley.
2. Dice
San Agustín en Contra Adamantum Manich. discip., que ligera es la
diferencia entre la Ley y el Evangelio: la que hay entre el temor y el amor.
Ahora bien, por estas dos cosas no pueden diferenciarse la ley antigua y la
nueva, pues también en la ley antigua se nos proponen los preceptos de la
caridad: Amarás al prójimo como a ti mismo y Amarás al Señor, tu
Dios. Tampoco se pueden diferenciar por las otras razones que San Agustín
señala en Contra Faustum , a saber: que el Viejo Testamento tiene
promesas temporales; el Nuevo, espirituales y eternas; pues también en el
Nuevo Testamento se hacen algunas promesas temporales, como aquélla: Recibiréis
el ciento por uno en este tiempo, en casas, hermanos, etc.; y en el Viejo
Testamento esperaban promesas espirituales y eternas, según aquello que se dice
en Heb 11,16 de los patriarcas: Pero deseaban otra patria mejor, esto es,
3.
Parece que el Apóstol distingue una y otra ley, llamando a la antigua ley de
las obras, y a la nueva, ley de
Respondo:
Según hemos visto atrás (q.90 a.2; q.91 a.4), toda ley ordena la vida humana a
la consecución de un fin. Ahora bien, las cosas que se ordenan a un fin se
pueden distinguir por razón de este fin de dos maneras: de un modo, si se
ordenan a diversos fines, y esto constituye una distinción específica, sobre
todo cuando se trata del fin próximo. De otro, según la proximidad al fin o la
distancia de él. Así, los movimientos se diferencian específicamente según
los diversos términos; pero, según que una parte del movimiento se acerca más
al término que otra, la distinción del movimiento es la que existe entre lo
perfecto y lo imperfecto.
Así pues, se pueden distinguir dos leyes: de un modo, en cuanto son totalmente
diversas, como ordenadas a diversos fines. Así, la constitución de la ciudad,
establecida en régimen democrático, sería específicamente distinta de la
constitución de otra ciudad que tuviera un régimen aristocrático. De otro
modo pueden diferenciarse dos leyes, en cuanto que la una mira más de cerca el
fin y la otra lo mira más de lejos. Tal sería en una misma ciudad la ley que
se impone a los hombres ya formados, que desde luego pueden ejecutar lo que
conduce al bien común, y otra distinta la ley sobre la educación de los niños,
que deben ser instruidos de tal manera que puedan después ejecutar obras de
hombres.
Así pues, hay que decir que del primer modo la ley nueva no es distinta de la
antigua, pues ambas tienen un mismo fin, a saber: someter a los hombres a Dios.
Ahora bien, uno mismo es el Dios del Nuevo y del Antiguo Testamento, según
aquello de Rom 3,30: Uno mismo es el Dios que justifica la circuncisión por
la fe y el prepucio mediante la f e. De otro modo, la ley nueva es diferente
de la antigua, porque la antigua es como un ayo de niños, según el Apóstol
dice; en cambio, la nueva es ley de perfección, porque es ley de caridad, y de
ésta dice el Apóstol en Col 3,14 que es vínculo de perfección.
A las objeciones:
1. La unidad de fe de ambos Testamentos indica unidad de fin, pues ya se ha dicho antes (q.62 a.2) que el objeto de las virtudes teologales, entre las que se cuenta la fe, es el fin último. Sin embargo, la fe tiene diferente estado en la antigua y en la nueva ley; pues lo que los antiguos creían como futuro, nosotros lo creemos como realizado ya.
2. Todas las diferencias señaladas
entre la nueva y la antigua ley están tomadas de su perfección o imperfección,
pues los preceptos de la ley se dan acerca de los actos de las virtudes. Ahora
bien, a ejecutar actos de virtud se inclinan de muy diversa manera los
imperfectos, que todavía no tienen el hábito de la virtud, y los que son
perfectos en este hábito; pues los que no tienen aún el hábito de la virtud
se inclinan a obrar los actos de virtud por alguna causa extrínseca; por
ejemplo, por el temor de los castigos o por la promesa de ciertas remuneraciones
extrínsecas, v.gr., de honor, de riquezas o cosa semejante. Por esto la ley
antigua, que se daba a los imperfectos, esto es, a los que no habían conseguido
aún la gracia espiritual, se llamaba ley de temor, en cuanto que inducía
a la observancia de los preceptos mediante la conminación de ciertas penas. De
ella se dice que tenía también ciertas promesas temporales. En cambio, los que
tienen el hábito de la virtud se inclinan a obrar los actos de virtud por amor
de ésta, no por alguna pena o remuneración extrínseca. Por eso la ley nueva,
que principalmente consiste en la misma gracia infundida en los corazones, se
llama ley de amor, y se dice que tiene promesas espirituales y eternas,
las cuales son objeto de la virtud, principalmente de la caridad; y por sí
mismos se inclinan a ellas, no como cosas extrañas, sino como propias. Por eso
también se dice que la ley antigua cohibía la mano y no el ánimo, pues
el que por temor del castigo se abstiene de algún pecado, no se aparía
totalmente del pecado con la voluntad, como se aparta el que por amor de la
justicia se abstiene del pecado. Por eso se dice que la ley nueva, que es la ley
del amor, cohibe el ánimo.
Hubo, sin embargo, en el estado del Antiguo Testamento, algunos que tenían la
caridad y la gracia del Espíritu Santo, que principalmente esperaban promesas
espirituales y eternas y, según esto, pertenecían a la ley nueva. Igualmente
también, en el Nuevo Testamento hay algunos carnales que no llegan aún a la
perfección de la ley nueva, a los cuales fue preciso inducir a las obras de
virtud con el temor de los castigos y con algunas promesas temporales.
Mas la ley antigua, si bien daba preceptos sobre la caridad, sin embargo, con
ella no se daba el Espíritu Santo, por el cual es difundida la caridad en
nuestros corazones, como se lee en Rom 5,5.
3. Como se indicó arriba (q.106 a. 1.2), la ley nueva se llama ley de fe, en cuanto que su principalidad consiste en la misma gracia que se da interiormente a los creyentes, por lo cual se llama gracia de la f e. Pero secundariamente tiene algunas obras, ya morales, ya sacramentales, en las cuales no consiste la principalidad de la ley nueva, como consistía la de la ley antigua. Y los que en el Antiguo Testamento fueron aceptos a Dios por la fe, en esto pertenecían al Nuevo Testamento, pues no eran justificados sino por la fe en Cristo, que es el autor del Nuevo Testamento. Y por eso, en Heb 12,26, dice San Pablo de Moisés que tenía el improperio de Cristo por mayores riquezas que el tesoro de los egipcios.
107 ART
2: ¿Da la ley
nueva cumplimiento a la antigua?
1. La acción de cumplir se opone a la de anular. Pero la ley nueva anula o excluye las observancias de la ley antigua, pues el Apóstol dice en Gál 5,2: Si os circuncidáis, Cristo nada os aprovechará. Luego la ley nueva no da cumplimiento a la antigua.
2.
Ninguna cosa perfecciona a su contraria. Ahora bien, el Señor, en la ley nueva,
propuso ciertos preceptos contrarios a los preceptos de la antigua ley; pues se
dice en Mt 5,27.37: Habéis oído que se dijo a los antiguos: Quienquiera que
repudie a su esposa, déle el libelo de repudio. Mas yo os digo: Quien repudiare
a su esposa, la hace fornicar. Y lo mismo aparece a continuación, al
prohibir el juramento y también al prohibir el talión y el odio de los
enemigos. Asimismo, parece que el Señor anuló los preceptos de la antigua ley
acerca de la distinción de los alimentos, diciendo en Mt 15,11: No mancha al
hombre lo que entra en
3. El
que obra contra la ley, no cumple
4. En la antigua ley se contenían preceptos morales, ceremoniales y judiciales, como se ha dicho arriba (q.99 a.3). Pero el Señor, que, según Mt 5, en algunas cosas cumplió la ley, parece no hacer mención alguna de los preceptos judiciales y ceremoniales. Luego parece que la ley nueva no es totalmente el cumplimiento de la antigua.
Contra esto: está lo que dice el Señor: No he venido a anular la ley, sino a cumplirla; y después añade: Ni una «jota» o ápice pasará de la ley hasta que todo se cumpla.
Respondo:
Según hemos explicado (a.1), la ley nueva se compara con la antigua como lo
perfecto a lo imperfecto. Pues bien, todo lo perfecto suple lo que a lo
imperfecto falta; y, según esto, la ley nueva perfecciona a la antigua en
cuanto suple lo que faltaba a
En
Ahora bien, Cristo perfeccionó los preceptos de la antigua ley con la obra y
con la doctrina; con la obra, porque quiso ser circuncidado y observar las otras
cosas que debían observarse en aquel tiempo, según aquello de Gál 4,4:
Hecho bajo
A las objeciones:
1. La
nueva ley no impide la observancia de la antigua sino en los preceptos
ceremoniales, como se dijo arriba (q.103 a.3.4). Ahora bien, estos preceptos
eran figura del futuro. Por lo cual, por el mero hecho de haberse cumplido los
preceptos ceremoniales, realizadas las cosas por ellos representadas, no deben
observarse más, porque, si se observasen aún, se significaría alguna cosa
como futura y todavía no cumplida. De la misma manera, la promesa de un
obsequio no tiene razón de ser una vez cumplida
2. Como
dice San Agustín en Contra Faustum, aquellos preceptos del Señor no son
contrarios a los de la ley antigua. Lo que mandó el Señor, prohibiendo
repudiar a la esposa, no es contrario a lo que manda la ley, pues la ley no
dice: «El que quisiere, abandone a la esposa», a lo cual serta contrario no
poder abandonarla; pero no quería que la mujer fuese abandonada por el marido,
toda vez que interpuso una tregua para que el ánimo, inclinado a la discordia,
con la redacción del libelo desistiera de él. Y por eso el Señor, para
ratificar este precepto de no despedir a la esposa fácilmente, sólo exceptuó
la causa de fornicación. Y lo mismo hay que decir de la prohibición del
juramento, como se ha dicho. Lo mismo consta cuando prohibe la pena del talión,
pues la ley determinó la manera de la venganza, para que no se llegase a la
venganza inmoderada, de la cual el Señor aparta más perfectamente a todo aquel
a quien encarga abstenerse totalmente de
3. El tocamiento de los leprosos estaba prohibido en la antigua ley, porque con él incurría el hombre en cierta impureza o irregularidad, como con el tocamiento de un difunto, según hemos dicho (q.102 a.6 ad 1; a.5 ad 4). Pero el Señor, que era el purificador de los leprosos, no podía incurrir en impureza ninguna. Y con lo que hizo en el sábado no quebrantó en realidad el sábado, como Él mismo lo prueba en el Evangelio, ya porque obraba los milagros por virtud divina, que siempre obra en las cosas (Jn 5,17); ya porque hacía obras en favor de la salud humana, cuando los fariseos las hacían por la salud de los animales (Mt 12,11); ya, finalmente, porque la necesidad excusaba a los discípulos, que cogían espigas en el sábado (Mt 12,3). Sólo parecía infringir la ley según la supersticiosa interpretación de los fariseos, que creían que en el sábado había que abstenerse aun de las obras saludables, lo cual era contra la intención de la ley.
4. Los
preceptos ceremoniales de la ley no se mencionan en el evangelio de San Mateo,
porque su observancia quedaba totalmente suprimida con la perfección de la ley
nueva, según se dijo (ad 1). De los preceptos judiciales mencionó el del talión,
para que se aplicase a todos los demás lo que dijo de éste, en el cual enseñó
no ser la intención de la ley que se procurase la pena del talión por deseo de
venganza. Esta
107 ART
3: ¿Se
halla la ley nueva contenida en la antigua?
Objeciones por las que parece que la nueva ley no está contenida en la antigua.
1. La nueva ley consiste principalmente en la fe, y por eso se llama ley de fe, como consta por Rom 3,27. Pero en la nueva ley se proponen para creer muchas cosas que no están contenidas en la antigua; luego la ley nueva no está contenida en la antigua.
2. Dice una Glosa sobre aquello de Mt 5,19: Quien quebrantare uno de estos mandatos mínimos, que los mandamientos de la ley son menores; pero en el Evangelio son los mandamientos mayores. Ahora bien, lo mayor no puede hallarse contenido en lo menor; luego la ley nueva no está contenida en la antigua.
3. Lo
que se halla contenido en otra cosa se llega a poseer con la posesión de esta
cosa. Por consiguiente, si la nueva ley se contuviera en la antigua, seguiríase
que, una vez tenida la ley antigua, se tendría también
Contra esto: está lo que se dice en Ez 1,16: Una rueda se contenía en otra, es decir, el Nuevo Testamento en el Antiguo, según expone San Gregorio.
Respondo:
Una cosa puede estar contenida en otra de dos maneras: una actual, como lo que
ocupa lugar está en ese lugar; otra virtual, como el efecto en la causa o lo
completo en lo incompleto, como el género contiene en potencia las especies y
como todo el árbol está contenido en
1. Todo lo que se propone explícita y claramente en el Nuevo Testamento para creer, se enseña también en el Antiguo, pero implícitamente, bajo figura; y, en este sentido, también está contenida la ley nueva en la antigua en cuanto a las cosas que se han de creer.
2. Los preceptos de la nueva ley se dicen ser mayores que los de la antigua en cuanto a la manifestación explícita; pero, en cuanto a la sustancia, los preceptos del Nuevo Testamento están todos contenidos en el Antiguo. Y por eso San Agustín dice en Contra Faustum que casi todo lo que encargó o mandó el Señor, al añadir: «Mas yo os digo», se halla también en aquellos antiguos libros. Pero, como no entendían por homicidio sino la destrucción del cuerpo humano, enseña el Señor que todo mal movimiento para hacer daño a un hermano se computa en el género de homicidio. Y, en lo tocante a tales manifestaciones, los preceptos de la nueva ley se dicen mayores que los de la antigua; lo cual no obsta para que lo mayor esté contenido en lo menor virtualmente, como el árbol se contiene en la semilla.
3. Lo que ha sido dado implícitamente debe explicarse, y por eso fue conveniente que, después de dada la antigua ley, se diera también la nueva.
107 ART
4: ¿Es la ley
nueva más gravosa que la antigua?
Objeciones por las que parece que la ley nueva es más gravosa que la antigua.
1. San Juan Crisóstomo , comentando aquello de Mt 5,19: El que quebrantare uno de estos mínimos mandamientos, dice: Los mandamientos de Moisés son en acto fáciles: No matarás, no adulterarás; pero los mandamientos de Cristo, a saber: «No te airarás», «no desearás torpemente», son difíciles en acto. Luego la ley nueva es más gravosa que la antigua.
2. Más fácil es usar de la prosperidad terrena que padecer tribulaciones. Pero, en el Antiguo Testamento, al cumplimiento de la antigua ley iba aneja la prosperidad temporal, como consta en Dt 28,1-14, mientras que a los cumplidores de la nueva ley les aguardan muchas adversidades, como se dice en 2 Cor 6,45: Mostrémonos ministros de Dios en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias, etc. Luego la ley nueva es más gravosa que la antigua.
3. Lo que resulta de la adición de otra cosa parece ser más difícil que ésta. Pero la nueva ley resulta de la adición a la antigua; pues la antigua ley prohibió el perjurio, y la nueva también el juramento; la antigua prohibió abandonar a la esposa sin libelo de repudio, y la nueva prohibió en absoluto ese libelo, como consta en Mt 5,31 s, según la exposición de San Agustín. Luego la ley nueva es más gravosa que la antigua.
Contra esto: está lo que se dice en Mt 11,28: Venid a mí todos los que trabajáis y estáis cargados; lo cual expone San Hilario diciendo : Llama hacia sí Cristo a los que se ven llenos de dificultades y cargados con los pecados del siglo; y luego dice del yugo del Evangelio (v.30): Pues mi yugo es suave, y mi carga, ligera. Luego la nueva ley es más ligera que la antigua.
Respondo:
Acerca de las obras de virtud, de las que se dan los preceptos de la ley, puede
considerarse una doble dificultad: la
primera, de parte de las obras exteriores, que por sí mismas tienen cierta
dificultad y gravedad. Por este capítulo, la antigua ley es mucho más grave
que la nueva, pues aquélla obligaba a múltiples ceremonias, a muchos más
actos que la ley nueva. Esta, a los preceptos de la ley natural sólo añadió
muy reducidas cosas en la doctrina de Cristo y de los apóstoles, aunque algunas
más se añadieron después por determinación de los Santos Padres, y aun en
estas cosas dice San Agustín que ha de haber moderación, para no hacer a los fíeles
pesada
La otra dificultad versa sobre las obras de virtudes en los actos interiores;
por ejemplo, el que uno ejecute los actos de virtud pronta y deleitablemente. En
esto es la virtud cosa difícil, pues resulta muy difícil al que no tiene la
virtud; mas con la virtud se hace fácil. Por este capítulo, los preceptos de
la nueva ley son más pesados que los de la antigua, pues en la nueva se
prohiben incluso los movimientos interiores del alma, que no se prohibían
expresamente en la antigua en todos los casos, aunque sí en algunos, en cuya
prohibición, sin embargo, no se añadía castigo. Y esto es dificilísimo al
que no tiene virtud, como también dice el Filósofo, en V Ethic., que
hacer las cosas que el justo hace es cosa fácil, pero ejecutarlas
deleitablemente, es cosa muy difícil al que no tiene
A las objeciones:
1. Aquel texto habla expresamente de la dificultad de la nueva ley en cuanto a la cohibición expresa de los movimientos interiores.
2. Las adversidades que sufren los cumplidores de la nueva ley no son impuestas ni provienen de la misma ley. Sin embargo, fácilmente se toleran por amor, en el cual consiste la misma ley; pues, como dice San Agustín en De verbis Domini , el amor hace fáciles y casi triviales todas las cosas difíciles y duras.
3. Las adiciones a los preceptos de la ley antigua se ordenan a facilitar el cumplimiento de lo que la ley misma ordena, según dice San Agustín; lo cual no prueba que la ley nueva sea más grave, sino que es más fácil.