volver a ley moral
a Ley positiva humana
a Ley positiva divina
![]()
DIVISIÓN DE LA LEY
De una manera esencial, la ley se encuentra en el ser que la establece y que mediante ella ordena o dirige los actos humanos. Lo que regula el dinamismo de éstos hacia su fin último se encuentra de una manera esencial, en Dios.
En razón de su autor y del bien común, la ley moral se divide en divina y humana. La divina, a su vez, se subdivide en:
* Ley eterna (I-II, 91, 1), Ley natural (I-II. 91, 2):
Dios es el legislador primero, supremo y universal. De El toda autoridad deriva y procede.
Dios como creador y providencia del universo quiere desde toda la eternidad que todo lo creado siga ordenado hacia su fin.
LA RAZÓN DIVINA ORDENA A TODAS LAS COSAS Y MANDA MANTENER EL ORDEN ESTABLECIDO (lex aeterna).
En orden a lo creado, la " imagen de la ley eterna " es la "lex naturalis" dada en el acto de la creación. La ley natural obliga a todos los hombres, ya que, para todos los hombres la ha promulgado Dios imponiéndola en el fondo mismo de la naturaleza humana. La ley natural es la base de todas las demás leyes libremente dadas.
La ley positiva, a su vez, se subdivide en:
* Ley humana (ST I-II, 91, 3) que se subdivide en Ley Civil y Ley Eclesiástica.
En relación a la lev humana, se distingue entre
"las leyes eclesiásticos"(canónicas) y "las leves civiles”.
Autores de las leyes eclesiásticas son aquellas personas que gocen de potestad legislativas: en primer lugar el Santo Padre y el Concilio General junto con él es legislador universal para toda la Iglesia; los obispos para sus diócesis, el Concilio particular para su nación o provincia... Sujetos a las leyes de la Iglesia están todos los bautizados.
Autores de las leves civiles son los jefes supremos del estado que promulgan las leyes en orden al bien común de sus súbditos, sea de una manera personal e independiente, sea con las cámaras legislativas según la constitución del propio estado. La ley civil obliga a todos los súbditos presente en el territorio; en algunos casos también a los que están ausentes.
En relación a la ley divina positiva (revelación), ella orienta al hombre hacia su fin sobrenatural, es decir, a la participación de la vida divina. La libre intervención de Dios, en la historia humana, se divide en dos etapas principales:
"la ley antigua" (o mosaica) que todavía conserva su valor en cuanto a los preceptos morales (por ejemplo: las normas de decálogo), mientras son derogadas, por Cristo (legislador, los preceptos judiciales y ceremoniales,
"la lev nueva" la cual, en sí, obliga todos los hombres ya qué para todos Jesús murió y para todos promulgó la ley evangélica, pero solamente en la medida en que los hombres puedan conocerla ya qué nadie es obligado ante Dios a cumplir una ley que desconoce.